Calidad en los informes sobre Calidad
Marciano Sánchez, como portavoz de la Federación de
Asociaciones de la Sanidad Pública (FADSP), ha replicado mi comentario “Por qué la clasificación de la FADSP no es correcta” recogido en Acta Sanitaria y Redacción Médica, sobre el Informe sobre servicios sanitarios de
las CCAA, hecho público por la FADSP en septiembre de 2015.
La primera aportación que Marciano Sánchez hace a este
debate, en un alarde de talante progresista, dialogante, respetuoso con el otro
y constructivo para la sanidad pública, es que “conviene saber, por aquello de
los conflictos de interés, que Javier Elola trabajó en la administración
sanitaria y ahora lo hace en una consultora privada y en una fundación financiada
directa e indirectamente por la industria farmacéutica”. Me declaro culpable de
ambas imputaciones.
Trabajé (con el agravante de haber sido durante un
tiempo alto cargo) en la administración sanitaria del gobierno de la nación desde
1983 hasta 1996, período del que me siento orgulloso de los logros que
alcanzamos un nutrido equipo de profesionales que procedíamos de la clínica. Cuando
dejé la administración trabajé más de ocho años como consultor exclusivamente
para América Latina (incluyendo trabajos con la OMS y el BID), para evitar
cualquier conflicto de interés, y
dirijo ahora mi consultora y una fundación que trabaja con las sociedades
científicas y que tiene como una de sus fuentes de financiación, directa e
indirecta, a la industria del sector.
Con las donaciones recibidas se perpetran
crímenes tan abominables para la sanidad pública como formar a los
profesionales en gestión clínica, investigar sobre la asociación entre
estructura y procesos de las unidades asistenciales y resultados en salud o
desarrollar un registro nacional para una enfermedad rara. En este pertinaz
ataque contra la sanidad pública estamos buscando financiación para que médicos
especialistas y generalistas trabajen conjuntamente para conocer las herramientas
y desarrollar instrumentos de continuidad asistencial. Agradezco a la industria del sector que,
mediante financiación no condicionada, colabore en estos proyectos, no influyendo
en absoluto sobre nuestros programas de investigación y docencia. En las
revistas científicas se hace una declaración de los posibles conflictos de interés.
En mi crítica a la FADSP no existe conflicto de interés.
Centrándonos en lo que debería ser el objeto del
debate:
1. El informe de la FADSP
carece del mínimo rigor, como han señalado también otros profesionales que se
han pronunciado sobre este debate, en la metodología estadística utilizada, en
la recogida de datos y en sus ponderaciones y clasificación final.
2. El informe de la FADSP no presenta (salvo la
tasa de cesáreas) resultados en salud, ignorando importantes fuentes de datos,
como las que pone a pública disposición la página web del Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad, que proporcionan información relevante sobre
calidad de procesos y resultados. No es cierta la afirmación de Marciano
Sánchez sobre que estos datos no son públicos y animo a quien lo desee
constatar a visitar estos enlaces: Indicadores y Ejes de Análisis del CMBD; Portal Estadístico del Ministerio de Sanidad.
3. Marciano Sánchez y, con él,
la FADSP tampoco son rigurosos en el empleo los conceptos público y privado.
Una empresa, entidad, organismo, consorcio o fundación que tiene la mayoría de
los derechos de decisión en manos del sector público es pública. “Privatización”
implica la transferencia de la gestión a entes privados (Mills A y cols.
Health system decentralization. Geneve:WHO, 1990). La
FADSP, utilizando definiciones no acreditadas, únicamente contribuye a la
ceremonia de la confusión.
4. Marciano Sánchez afirma que hay datos erróneos
en el Observatorio de Resultados del Servicio Madrileño de Salud. Es posible,
pero esto no invalida la virtud de esta iniciativa en Madrid y Cataluña, pues
al hacerlos públicos permite su “falsación” que, como nos enseño Khun,
posibilita avanzar en nuestro conocimiento. Mucho mejor esto que la
impenetrabilidad en la información relevante de la mayoría de los Servicios de
Salud.
El Informe de la FADSP sobre los Servicios de
Salud de las Comunidades Autónomas no cumple con estándares mínimos de calidad.
El beneficio generado por el mencionado informe en visibilidad social para la
FADSP -y en notoriedad para su portavoz- implica un coste no aceptable para la
sanidad pública de nuestro país, que exige rigor en la utilización de la
información, fundamentar científicamente -en la medida de lo posible- los
análisis y debatir racionalmente sobre su significado y medidas de mejora a
adoptar. Lo contrario solamente contribuye al degradado ambiente de la batahola
intelectual, política y social de nuestro país, con notable perjuicio para los
intereses de sus ciudadanos.
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